... Lluvia, lluvia y mas lluvia ...

Eran las 6:15 a.m. , no he dejado que sonase el despertador. Me he levantado, y en el baño de la habitación me he puesto la ropa de deporte preparada la noche anterior. He salido de la habitación intentando hacer el menor ruido posible. En la cocina, me he asomado a la ventana. Seguía lloviendo, descargaba agua con ganas. La luz de las farolas se reflejaba en los numerosos charcos de la calle. He mirado el teléfono, no había ningún mensaje, por lo tanto Andoni ya había salido de casa y estaría llegando al sitio en el que habíamos quedado. Confieso que de no haber quedado con él, o si finalmente me hubiera mandado un mensaje del tipo "llueve mucho, lo dejamos para otro día",  me hubiese quitado las mallas y metido a la cama de nuevo.

Después de un ligero desayuno, zapatillas, chubasquero y gorra, salgo de casa y no llueve. Me voy animando, la temperatura es buenisima, me digo a mi misma, "bien, te hacían falta estos kilómetros". Tras recoger a Andoni salimos para Galdakao y comienza a llover de nuevo, primero una lluvia fina que va dejando paso a un aguacero que inunda todo en apenas 2 minutos.


El poder del agua es ancestral. Mientras nos empapábamos completamente, notaba que con el agua resbalaban al suelo muchas tensiones acumuladas durante las últimas semanas, resbalaba algún complejo acomodado, alguna que otra frustración y mucho mucho miedo a casi todo.
Miedos sencillos que desaparecían al instante : miedo a mojarme,  reparo a mojar las zapatillas, miedo a enfriarme...Para terminar expulsando junto a la lluvia otros miedos menos confesables.

El agua depura, y llega un momento en el que te deja limpio, puro, como eres, sin corazas. Estas empapado, sigues corriendo y te sientes invencible,  el ombligo del mundo, te sientes afortunado por poder disfrutar de la lluvia de esa manera, sin miedo, teniendo claro cual es tu límite y tu realidad.

Llegamos a la carretera general que lleva a Galdakao, y hasta corriendo por esta vía, que a diario esta infectada de coches, humos y ruidos, nos ha parecido increíble el paisaje. La carretera parecía puesta para nosotros, apenas tres coches nos han iluminado, íbamos trotando casi por la mitad del carril. Pronto hemos atravesado el puente que nos llevaría a una ruta espectacular por la Ermita de  Bekea.

Seguía lloviendo, seguíamos disfrutando. 

No importaba el ritmo, no importaban las pulsaciones, cada uno de nosotros disfrutábamos del paisaje otoñal con hojas mojadas en el suelo, gozábamos pisando los charcos como si fuéramos niños sin padres vigilantes, agrediéndonos la silenciosa compañía que nos permitía poder deleitarnos de un paisaje iluminado por apenas unos tímidos reflejos de sol que intentaban abrirse paso entre las negras nubes, de los viejos puentes por los que pasábamos, de los árboles desnudos por el otoño, del camino alfombrado de hojas amarillas......Y seguía lloviendo... Un silencioso grito interior me ha hecho mirar al cielo y con todas mis fuerzas repetir para mis adentros :


¡¡¡GRACIAS , GRACIAS POR HACERME SENTIR TAN BIEN, TAN LIBRE, TAN FUERTE!!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

... Capitulo 2. Inscrita en el BT 2012 ...

...SIGO AQUI ....

...GRACIAS POR ESTAR A MI LADO...